Calefacción central vs calefacción individual en las viviendas protegidas

En la web de ETXEBIDE hay un apartado destinado a que las personas que acceden a ella puedan opinar sobre diferentes aspectos de la política de vivienda. Una de estas cuestiones dice así: «¿Te parece acertada la decisión del Gobierno Vasco de instalar calefacción central de gas en lugar de calderas individuales en VPOs?«

El resultado es que el 64% opina que NO, mientras que el 33% está de acuerdo con la medida. Sin embargo, leyendo los comentarios que han dejado los participantes se deduce claramente la idea totalmente equivocada que sigue existiendo con respecto al sistema de calefacción centralizado que estamos instalando.

Veamos cuales son las características reales de estos sistemas.


Las actuales sistemas de calefacción centralizados se componen básicamente de una caldera principal, habitualmente acompañada de una segunda de apoyo, que surten del agua caliente necesaria a todo el edificio, tanto para calefacción como para el uso denominado «sanitario» (duchas, grifos, etc).

Además se incorpora un sistema de gestión individual de la temperatura interior de cada vivienda, de manera que cada cual regula la temperatura como quiere y cuando quiere, sin estar sometido a horarios de comunidad ni nada por el estilo.

Por último, se instalan contadores individuales que registran el consumo real de cada vivienda, abonando cada cual en función de su gasto real de energía.

Habitualmente también, estos sistemas van acompañados de paneles solares térmicos, que precalientan el agua del sistema con la energía solar, lo que reduce hasta un 40% el consumo del gas natural necesario para el funcionamiento de las calderas.

Esto significa que con el sistema de calefacción centralizado de gestión individual tenemos todas las ventajas de la caldera individual -uso a medida de cada usuario, controlado por él mismo y pago en función de consumo real- y todas las de un sistema colectivo: menor consumo de energía, menos coste y más seguridad en el mantenimiento, más eficiencia del sistema ya que las calderas colectivas son «máquinas» más potentes y sofisticadas.

Sin duda se trata de una medida que produce grandes beneficios, pero que, una vez más, no ha sido suficientemente explicada, lo que explica las lógicas reticencias de las personas encuestadas.

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